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Alerta para los siervos de Dios: ¿proteges tu alma?


Todo cristiano debe proteger diariamente su salvación. Y no es porque está en la obra de Dios que será exento de ese cuidado. En realidad, en ese caso, el celo debe ser aún mayor.


Hay una enfermedad del alma capaz de derribar a cualquiera: la presunción.

El presuntuoso es quien se considera mejor que los demás, más bello, inteligente, capaz. La naturaleza del ser humano ya nutre ese sentimiento, pero Dios lo desaprueba:

«Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo» (Filipenses 2:3).


Por estar contaminadas por ese espíritu, las personas no oyen la Palabra ni a los hombres de Dios, no aceptan los consejos divinos. Murieron espiritualmente porque quieren ser reconocidos, servidos y son destruidos estando dentro de la iglesia.


El propio Señor Jesús, cuando estuvo en forma humana, aun siendo perfecto, fue humilde y les enseñó a sus seguidores a ser así también.


¿Cómo permanecer y agradar a Dios?


Muchos, en el medio cristiano, ignoran el poder del diablo de sembrar trampas para intentar derribar a los seguidores del Altísimo. Ellos olvidan que él tiene todo tipo de estrategias para derribar a todos por igual.


Muchos se perdieron aunque hagan reuniones, atiendan personas, limpien la iglesia. Olvidaron que antes de hacer, tenemos que ser, estar bien espiritualmente. Por eso, el secreto para permanecer es entregarnos, como el Señor Jesús se entregó y renunció por nosotros. Dios espera que andemos en obediencia, sirviendo, sacrificando por nuestra salvación.

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